
La Revolución Rusa ha sido motivo de debate desde diferentes ámbitos desde sus comienzos. Los sucesos que tuvieron lugar en
Rusia en los primeros años del siglo XX han marcado la historia y las relaciones internacionales de todo el siglo. Las interpretaciones se hacen desde diversas posiciones ideológicas.
Una de las posiciones de la interpretación de la Revolución rusa es la de los emigrados, que se preguntan si era legítimo hacer la revolución en un país poco desarrollado. Esta es la posición que defiende
Miliúkov, para asegurar que la revolución fue precipitada y que hubiese sido mejor quedarse en una revolución burguesa.
Otra posición es la de la izquierda occidental, con representantes como
Rosa Luxemburgo y
Karl Kautsky. Para ellos la Revolución rusa no es una auténtica revolución socialista al no haber intervenido en ella una base mayoritaria (
bolchevique) que asegurase la democracia.
Una disidencia importante dentro de la
URSS fue la de
León Trotski. El cisma
trotskista sostiene que la revolución de 1917 fue legítima por tener un objetivo universal y permanente contra el capitalismo, pero la revolución fue secuestrada por
Stalin apoyándose en una burocracia nueva creada desde el Partido Comunista. Su tesis de
socialismo en un solo país fue un error decisivo que paralizó la revolución y la condenó a convertirse en una dictadura de partido, sin pretensiones de extender la revolución a todo el mundo, sino de controlar la sociedad y la economía de un país.
Otro punto de vista es el del
liberalismo occidental. Estos ven un paralelismo entre el
régimen nazi y el comunista. A ambos los cataloga como totalitarismos opuestos a las libertades del individuo.
También existe la teoría de la convergencia, según la cual todos los regímenes evolucionan de manera semejante, independientemente de sus intenciones, en virtud del crecimiento económico y la industrialización del país. Esta es una teoría finalista, con algo de
marxismo en sus análisis, que defiende desde
EE. UU. John Kenneth Galbraith, y desde la URSS
Andréi Sajarov.
Para los
liberales del mundo entero, la Revolución rusa está dentro de un proceso histórico que desemboca en el modelo liberal y la democracia parlamentaria; que a la postre es el régimen más perfecto que se conoce. La revolución no sería más que un periodo de transición antes de llegar al final. Es también una teoría finalista de la historia, pero en la que el impulso de la misma es político y no económico.
También está el modelo conservador. Esta es una teoría cíclica en el que la historia se debate entre momentos revolucionarios y momentos conservadores en un movimiento pendular que va de un extremo a otro.
Por último, tenemos la interpretación marxista, que era la oficial en la URSS. Según esta interpretación la revolución fue el producto de la
lucha de clases y creó un Estado donde la
dictadura del proletariado defiende los intereses del pueblo. Fue la primera revolución proletaria de la historia, y no tiene relación con el ciclo de revoluciones burguesas que se inicia con la
Revolución francesa.